24 de abril de 2011

Un tercio de los menores detenidos no tiene ni 14 años.

La Fiscal Decana de Menores de Valencia muestra su preocupación por la edad a la que empiezan a delinquir.

¿Por qué los delitos de menores generan una especial alarma social?
Yo creo que alarma social la pueden causar determinados sucesos. Cuando hay hechos de determinada trascendencia como el caso de Sandra Palo o el de la catana. Su excepcionalidad hace que tengan una especial relevancia. Esto demuestra que la mayoría de los niños comete hechos de carácter leve como pequeños hurtos o lesiones.


¿Son blandas las penas en menores?
Las penas son muy elevadas para lo que es la persona que va a cumplirlas y la madurez que tiene. Hay


que pensar que no es lo mismo un año para un adulto que para un menor.

En Valencia apuestan por bajar la edad de responsabilidad a los doce años ¿Por qué?
Porque en Valencia hemos detectado en los últimos cuatro años que en torno al treinta por ciento de los menores detenidos no tiene ni 14 años. Es un porcentaje muy elevado. Hay un tanto por ciento de los hechos que cometen estos menores que son muy graves y convendría adoptar medidas de internamiento. Algunos incluso acumulan treinta intervenciones policiales.

¿Qué se hace ahora con ellos?
La Generalitat hace un seguimiento por si hay que adoptar medidas de protección. De lo que se trata es que la Generalitat supla lo que las familias no cubren. La idea es poder imponer medidas sancionadoras con estos menores.

¿Que porcentaje de menores logra rehabilitarse?
La gran mayoría. Tenemos un núcleo pequeño de menores que provienen de ambientes marginales con los que es más difícil trabajar. Es muy complicado desarraigar a un menor de sus circunstancias sociales. Yo me atrevería a decir que el noventa por ciento de los que pasan ya no vuelve. Afortunadamente, el que a un menor se le abran diligencias supone un toque de atención. El diez por ciento que reincide termina entrando en la cárcel de Picassent.

¿Cuál es el peor obstáculo? ¿La droga o el ambiente familiar?
La incultura. La falta de educación. Hemos hecho una campaña muy grande contra el absentismo escolar porque comprobamos que los menores con conductas absentistas tienen más riesgo.

¿Qué es lo más duro que ha visto?
La violación de un adolescente por otros dos menores de catorce años

¿Qué pasó?
Hubo intervención de Servicios Sociales y apoyo de la Fiscalía. Pero estos dos menores no fueron sancionados porque tenían menos de 14 años.

¿Son los centros de menores una escuela de delincuentes?
La pregunta ofende. En absoluto. Creo que los centros de menores son una escuela de ciudadanos. Entran porque han cometido un delito, pero van a poder iniciar un aprendizaje. Todos los menores en los centros tienen asistencia escolar. Ha habido chavales que iban a terminar la medida y han pedido seguir porque saben que su rendimiento es mucho mayor.

¿Qué delitos han crecido más?
Todos los que tienen que ver con las nuevas tecnologías como las amenazas a través de internet. Hemos detectado que utilizan a menores para el robo de claves bancarias. Todo lo relativo a pornografía infantil se ha disparado. Incluso hemos detectado casos de menores que intercambian pornografía infantil. Es muy importante que las familias tengan cuidado con las webcam y las cámaras de los móviles.

¿Se delinque más ahora que hace unos años?
No. El número de delitos no se ha incrementado, aunque ahora los casos son más complejos. Tenemos que estar preparado para investigar los nuevos delitos.

¿Es un problema el acoso escolar?
No hay tanto acoso escolar como se dice. Toda la vida ha habido insultos y amenazas.

Un juez de Menores de Granada es muy conocido por las medidas alternativas que impone. ¿Qué medidas alternativas han puesto en Valencia?
Hemos impuesto a menores que trabajen en centro con extranjeros para que se den cuenta de la realidad. También, medidas de libertad vigilada con la obligación de que vayan al colegio o aprendan a leer. En una ocasión, un menor que dañó varios vehículos policiales tuvo que ir a limpiarlos.

«La educación de los hijos no empieza a los 15 años»
¿Hay muchos padres que piden ayuda porque no pueden hacerse con sus hijos?
Sí, viene una media de un padre cada día. Algunos quieren poner denuncias, otros consultar qué pueden hacer. En los últimos años han aumentado mucho los casos.

¿Por qué?
Hay factores sociales, familiares y de adicción a las drogas. Algunos padres no se pueden hacer cargo de sus hijos porque tienen un horario laboral que se lo impide, tienen sentimiento de culpa y les dan todo lo que quieren. Hay padres que no saben tener autoridad porque no lo han aprendido o porque les resulta más cómodo. Además, en la sociedad hemos asumido que la violencia es lo más cómodo y lo más rápido para resolver los conflictos. Las películas no transmiten la idea de que hay que ser bueno. Cala la idea de que el malo siempre gana. La maldad comienza a ser atractiva.

¿Qué soluciones dan?
Hay casos muy leves. Padres que vienen porque sus hijos se portan mal o suspenden. Ahí, lo único que hacemos es atenderles y explicarles que la intervención de la Fiscalía es para casos mucho más graves. Hay padres de niños que no han cometido hechos delictivos graves, pero la situación familiar es insostenible y pueden ingresar en un centro de protección. Hay un tercer grupo de menores que cometen hechos muy graves desde amenazar a intentar atentar contra la vida de los padres. En esos casos, sí podemos imponer medidas de libertad vigilada o enviar a los menores a un centro de internamiento.

¿Han tenido casos de menores que intentan atentar contra la vida de los padres?
Claro. Los menores fuerzan la situación y los niveles de violencia van aumentando.

¿Cuándo debe empezar a preocuparse un padre?
La educación no empieza a los quince años. Cuando un niño insulta por primera vez a la abuela o al padre y le pega una patada al hermano, es en ese momento cuando hay que poner los límites. En una casa no se tiene porque pegar ni insultar ni hacer bromas del abuelo. Si en ese momento se toman medidas, no irá a más la violencia. Lo que no puede hacerse es dejarlo pasar y cuando el niño tenga catorce o quince años pretender educarlo. Un padre puede controlar a un niño de cuatro años pero con quince años hablamos de un joven con una complexión física fuerte.

¿Qué reforma cree que hace falta para mejorar la intervención con los menores?
Una reforma en el sistema educativo y favorecer la integración laboral de los menores que no quieran estudiar.

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